Con igual título, voxpópuli, me ofrece un comentario sobre el tema señalado. Y lo he elegido porque resulta interesante saber en cuantos sitios están repartidos los topónimos de nuestro país.
CÓRDOBA, en Argentina
Esta primera ciudad argentina más extensa poco o nada tiene que ver con los patios perfumados de flores que distinguen a la ciudad andaluza. Sin embargo, fue denominada así porque su fundador, José Luís de Cabrera, que quiso honrar con esta mención a su amada esposa cordobesa. Sin mezquita y sin flamenco, la Córdoba de acento argentino, también llamada La Docta, tiene en la doma y folclore sus grandes pilares culturales. Eso sí, en la gastronomía encuentran un nexo común, pues ambas ciudades presumen, cada cual en su estilo propio, de saciar generosos estómagos con delicias tradicionales.
GUADALAJARA de México.
La ciudad que inspiró a la pegadiza ranchera es la ciudad del estado de Jalisco y la cuna del famoso tequila. Dicen que por su huella colonial y su carácter festivo es más parecida a Sevilla que a la recia urbe castellana, donde había nacido Nuño Beltrán de Guzmán conquistador del occidente mexicano. Guadalajara, en ambos casos, luce en su belleza arquitectónica, el rastro de su respectiva historia: la española con los restos el Alcázar defensivo, las iglesias de estilo mudéjar y los palacios hidalgos; y la mexicana, con un centro histórico neoclásico presidido por por la catedral y animado en todas sus esquinas por la música de los mariachis.
ZARAGOZA en Colombia.
Con el secreto del oro que guardaba en sus entrañas, esta ciudad colombiana, tomó prestado el nombre a la capital aragonesa, aunque los indios siempre la conocieron como “tierra de paz y de bien”. Selvática, húmeda, habitada por especies exóticas, poco saben hoy los maños de su tocaya americana, escondida en el Valle del Cauca a la orilla del río Nechi. Tampoco por estas latitudes imaginan el municipio español, que se asienta asimismo en un valle horadado por el lustroso Ebro. Hasta aquí todas sus coincidencias. Porque la primera Zaragoza tiene en las peleas de gallos su máxima expresión jocosa, con la segunda no hay quien rivalice en la celebración del Pilar y sus típicas rondas joteras.
CUENCA en Ecuador
Aunque no tiene casas colgadas ni la magia del entorno natural que gasta la ciudad manchega, la Cuenca de Ecuador ostenta un título que en nada le viene a la zaga: la llaman la “Atenas de los Anades”por ser cuna de poetas ilustres y exponente de las artes y las letras. Además, su catedral románica, famosa por cúpulas celestes, se cuenta entre las más impresionantes de toda América Latina. Por todo ello, la ciudad ecuatoriana fue declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, un galardón que a su homónima le habían llegado tres años antes. El bello recinto intramuros y posición dramática sobre las hoces del Júcar, fueron en la Cuenca española, dos bazas determinantes.
VALENCIA en Venezuela
En pleno corazón de Venezuela, cobijada por una cordillera, hay una Valencia sin Mediterráneo que es la capital de Carabobo. Una ciudad pulcra y discreta con un lago llamado Tacarigua, zonas verdes y una plaza de toros que, al igual que en la urbe fallera, destaca por su inmenso tamaño. Menos tranquila y más turística, la otra Valencia, la hispánica, está plagada de reclamos: desde la playa de la Malvarrosa, al encanto histórico del Carmen , pasando por la vanguardia de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Y ello por no hablar de la paella, su carta de presentación al planeta.