Su fabricación es más antigua de lo que se pueda creer, en la Antigua Grecia ya se usaba el plomo para fabricar la munición de las hondas. Gracias a la gran densidad del plomo, estos proyectiles llegaban más lejos que las simples piedras. Pero con la revolución industrial la fabricación en serie pasó a ser práctica habitual.
TORRE DE WATTS EN BRISTOL
A mediados del siglo XVIII se usaban dos métodos distintos para fabricar las balas y perdigones en función de su tamaño. Los perdigones grandes se fundían en moldes, un método bastante obvio aunque muy laborioso y que además producía marcas en las juntas, resultando poco aerodinámicas. Otro método, el que se usaba para los perdigones más pequeños, consistía en verter plomo fundido a través de un tamiz suspendido varios centímetros sobre un barril de agua. El tamaño de los agujeros de este tamiz determinaba el calibre de los proyectiles.
INTERIOR DE LA TORRE WATTS
Este segundo método tampoco era perfecto el resultado era perdigones ovalados y con “cola”. Era necesario eliminar y pulir las imperfecciones. Y para que el plomo fundido formara gotas en lugar de un flujo seguido, se le añadiría arsénico.
Watts, un fontanero del que se sabe muy poco, revolucionó la fabricación de perdigones, ideó un método para que los perdigones fueran esferas perfectas, y existen diferentes leyendas sobre el resultado y logro de su contribución a la fabricación de perdigones, pero la patente le hizo rico.
Una de ellas apunta a que su esposa tuvo un sueño, despertó a su marido y se lo explicó, también se especula que Watts una noche se emborrachó y no pudieron encontrar su casa , pasó la noche a la intemperie y fijándose en las gotas de lluvia vio que eran esferas y que no tenían forma de lágrimas. Lo que es muy difícil para el hombre, fabricar esferas, era lo normal para la naturaleza.
VERTIENDO PLOMO
Pero lo que sí sabemos es que entre los dos le fueron dando forma a la idea hasta que Watts y su esposa decidieron probarla. Escogieron para ello la torre de la iglesia donde colocaron un barril con agua en el suelo. La prueba fue todo un éxito, tras verter el plomo fundido este caía como una lluvia. Durante la caída, el aire empezaba a enfriar los glóbulos del metal, el agua amortiguaba la caída y los acababa solidificar. No había que esperar más, Watts decidió patentar el proceso “para producir perfectamente globulares en su forma y pequeños proyectiles sin hoyuelos, muecas o imperfecciones”
AUSTRALIA
En la patente que obtuvieron en diciembre de 1782, se especificaba que para perdigones pequeños la altura de caída tenía que ser de como mínimo 3 metros, y para los mayores de 45 metros, por otro lado, los problemas medioambientales del plomo han hecho que los perdigones de acero hayan ido reemplazando los de plomo. Los perdigones de acero son producidos mediante el uso de moldes, quedaban algunas torres en pie en el mundo. En Australia, Reino Unido, en Usa etc. Y en España, en Jaén, Almería y Sevilla y es posible que haya alguna mas pero lo desconozco. Muy pocas se utilizaban a otras, las nuevas que no se han destruido se les ha dado una nueva utilidad.
En Sevilla, la antigua Fábrica de perdigones de San Francisco de Paula, fundada en 1885, solo queda por su singularidad la torre de caída de las bolas de plomo. Desde el año 2007 la torre sirve como cámara oscura, reclamo turístico para contemplar la ciudad en vivo.
Fue inaugurada como cámara oculta en 28 de marzo de 2007, siendo un nuevo atractivo turístico permitiendo ver la ciudad desde una altura de 45 metros, casi la mitad de la Giralda.
Watts esperó unos años, hasta principios de 1785, para poner en práctica su idea y empezar a montar su propio negocio, se puso a levantar pisos hasta tres más en su casa de Bristol y una vez construida la torre, con una caída de 18 metros (menos de lo que especificaba en la patente) y habiendo dejado agujeros en todos los pisos y practicando otro en el sótano hasta llevar al pozo de agua puso en práctica su idea y empezó la producción de perdigones.
Es probable que por su negocio y por su profesión tuviera más que un buen conocimiento de las propiedades del plomo. Además Bristol, era en esa época un centro de fabricación con plomo, por lo que Watts podría haber oído de los problemas de la fabricación de las balas pequeñas.
El mundo se lleno de torres que dejaban caer gotas de plomo fundido y durante la caída se convertían en esferas, la fabricación de perdigones se ejecutaba de la siguiente manera: una vez subido a lo alto de la torre, el material principal, el plomo, se fundía en el horno, con unos grandes cucharones se echaba en filtros de distintos calibres, las ventanas dejaban entrar el aire cuya corriente hacia el resto, los perdigones caían como lluvia al depósito de agua.
Hay una cierta confusión sobre lo que ocurrió después, parece ser que Watts se asoció con un industrial cervecero y un banquero de Bristol, la empresa conjunta construyó una segunda torre de perdigones en Londres, donde estaba la demanda. Aunque según otros, Watts les vendió la patente por 10.000 libras. En cualquier caso, parece ser que en 1790 Watts ya estaba desvinculado de la empresa. Invirtió en otros negocios pero parece que en 1794, Watts arruinado tuvo que volver a su negocio de fontanería.
Las “Torres de los Perdigones” o “Torres de Tiro” fueron reemplazadas a finales del siglo XIX por las “Torres de Viento”, que usaban chorros de aire frio para reducir de manera drástica la altura necearía. Aunque no dejó de ser un cambio menor, prueba de ello, es que la torre original de Watts siguió fabricando perdigones hasta el 1968, cuando tuvo que ser derribada para ensanchar la carretera.
TORRE DE ADRA
Hoy en día, se han adoptado nuevos métodos para la fabricación de los perdigones. Para los más pequeños se usa el método Bliemeister, mientras que los más grandes se producen mediante troquelacion y extrusión de cables de plomo. El método Bliemeister aún guarda un cierto parecido con el de Watts, aunque prescinde de sus costosas torres al reducir la altura de la caída considerablemente. Los perdigones caen sobre un recipiente con agua caliente, ruedan sobre un plano inclinado y después continúan cayendo a través del agua caliente durante más o menos un metro. La temperatura del agua se usa para controlar la velocidad del enfriamiento.