En enero de 2013 le dediqué una entrada; entonces me referí al Estado libre del Congo, El Estado Independiente del Congo, La propiedad privada de Leopoldo II de Bélgica (lo que se acordó en la conferencia de Berlín de 1885). Que fue administrado por Leopoldo II desde 1885 hasta 1908, que falleció, y entonces fue cedido a Bélgica.
¿Por qué vuelvo a hablar del Congo después de cinco años? Obedece a que he encontrado un artículo con este título: “LA SELVA DEL CONGO” y comienza así: “La selva del Congo es a segunda más grande del mundo, solo después del Amazonas. Se encuentra localizada entre la República Democrática del Congo, República del Congo y República Centroafricana. Tiene una extensión de 128.600 kilómetros cuadrados y en gran parte está integrada por el Rio Congo una zona que se caracteriza por su suelo fangoso y por nada los ser una región extremadamente húmeda, su temperatura promedio ronda los 30º C y su temperatura mínima de unos 21º C durante la época de lluvia el nivel del agua puede subir hasta un metro de profundidad. A lo largo de toda la selva se puede ir aprovechando toda una gran diversidad de flora y fauna, entre los animales más comunes se encuentra el famoso gorila, los elefantes de la selva, los chimpancés y varios tipos de aves.
La selva recibe varios nombre; claro esto depende de país por el que se vea la selva en el lado del Congo-Brazzaville se le conoce como selva Mayombe. La selva posee especies de animales endémicas, bellas cascadas, bosques inmensos, aparte de ser uno de los pulmones del planeta. Uno de los mejores probablemente que ha enfrentado la selva en los últimos años, es la tala de árboles sin control, casi a diario se puede ver a varios trabajadores talando los grandes árboles y luego subiendo los inmensos tronos a camiones, desde hace unas 3 décadas África se ha enfrentado a estos problemas y se coloca como uno de los continentes que está acabando con su ecosistema de forma acelerada.
La cuenca del Río Congo, con su 1.700.00 kilómetros cuadrados, casi triplica la extensión de la península ibérica. Después de la Amazonía es la mayor selva tropical del planeta. Se extiende por seis países –Camerún, República Centroafricana, Congo, República Democrática del Congo, Guinea Ecuatorial y Gabón- y contiene la cuarta parte de todo el carbono almacenado en selvas tropicales del mundo.
Ahora un informe internacional, El estado de las selvas 2010 (en francés y en inglés) ha examinado a fondo la evolución de este tesoro ecológico, crucial para la regulación mundial del clima. Una buena noticia, aunque solo relativa, es que los índices de deforestación de África siguen siendo mucho menores que los de otras zonas tropicales del planeta. El informe establece que de media cada año entre 1990 y 2005 se ha deforestado un 0,14% de la superficie, aunque se percibe un aumento en los últimos años. Según las mediciones del proyecto TREES, del Instituto para el Medio Ambiente y la Sostenibilidad de la Comisión Europea, a partir de análisis de ata resolución tomadas por satélite de los tres continentes tropicales.
Alberto II, rey de los belgas, llegó ayer a Kinshasa para conmemorar los 50 años de la independencia de la República Democrática de Congo (RDC), antiguo Zaire. Es un viaje de cuatro días marcado por recelos históricos y actuales. La visita real de Alberto y Paola es la primera a la ex colonia en 25 años, cuando fue Balduino. Para evitar desencuentros el rey no tomará la palabra en la cena de gala de hoy y mañana asistirá vestido de civil al desfile conmemorativo.
Las relaciones bilaterales nunca han sido fáciles. En tiempos del rey Leopoldo (1835-1909), Congo fue una finca particular del monarca y después de una colonia en la que se masacró a decenas de miles de personas para la obtención del marfil y otras riquezas. Aquellos horrores quedaron inmortalizados en la novela El corazón de la tinieblas, de Joseph Conrad, de la que Francis Ford Coppola se inspiró para su película Apocalipsis now.
No es la única afrenta del pasado. La otra y más reciente es el asesinato del ex primer ministro Patrice Lumumba en 1961, poco después de la independencia. Sus hijos, coincidiendo con las efemérides, han pedido que se investigue a 1 belgas por el magnicidio.
Fue en enero de este año cuando el presidente de RDC, Joseph Kabila, formuló la primera invitación verbal para que el rey asistiera a los fastos de la independencia. El Gobierno belga tardó dos meses en responder. Un retraso que molestó en Kinshasa, que lo tomó como un gesto inamistoso a sumar a otros, como las peticiones de algunas ONG para que durante la visita real se realizara un defensa del respeto a los derechos humanos. “Cuando en África se te invita a una fiesta deberías sentirte honrado”, dijo el embajador congoleño en Bruselas.
Estos disensos últimos son de pequeño calibre comparados con el choque diplomático de hace dos años, cuando el entonces ministro de Exteriores vega y hoy comisario europeo de Comercio, Karel de Gucht, atacó la corrupción de las élites congoleñas. Kinshasa acusó a Bélgica de añorar la colonización.
Medio siglo de independencia no ha mejorado la situación de pobreza de gran parte de sus 60 millones de habitantes, víctimas de la corrupción la guerra. Desde 1996 han muerto en la RDC más de 4’5 millones de personas debido a la guerra de las regiones del este, una contienda en la que tampoco son inocentes como Ruanda y Uganda. La ONU tiene desplegada de 20.000 soldados y policías para impulsar los acuerdos de paz, nunca cumplidos del todo. Joseph Kabila, hijo y sucesor de Laurent Desiré Kabila, el hombre que acabó con la dictadura de Mobutu, fue elegido presidente en 2006 en unas elecciones sin garantías. Sus promesas de garantizar y modernizar la RDC siguen siendo vacías.
La complicidad de Bélgica en la muerte y desaparición del primer ministro izquierdista Patrice Lumumba va a planear durante la visita. Detenido y destituido, Lumumba escapó, pero fue capturado por los soldados de Mobutu y trasladado desde Leopolville (la actual Kinshasa) a Elisabethville (Lubumbashi) capital de de una Katanga, rica en minerales, que buscaba la secesión con la ayuda de Bélgica. Allí Lumumba fue torturado, asesinado y su cuerpo disuelto en ácido en enero de 1961. En 2001, una comisión parlamentaria belga reconoció la “responsabilidad moral de ciertos miembros del Gobierno belga y otros actores belgas “en aquella sangrienta operación.
Bruselas pidió luego perdón a la RDC por lo ocurrido 40 años antes, pero el fantasma de aquel magnicidio no descansa. La iniciativa de los hijos de Lumumba demuestra que la visita de Alberto II no es una visita de cortesía. Las heridas aún no están cerradas.