La Enciclopedia Marín la adquirí en la década de los 60; quería que mis tres hijos tuvieran a su alcance esta clase de obra compuesta de seis tomos . Ellos hicieron uso de la misma; pero habrán visto que el padre hace lo mismo para ayudarse a desarrollar su blog filatélico Filostamp.
Recientemente he hecho referencia a dos singulares épocas del hombre : la del trabajo y la del descanso. Y debo añadir algo más, porque desde el punto de vista físico, el hombre es uno de los seres más débiles de la Creación. El relato de como ha conseguido superar esta debilidad frente especies más fuertes, y de que modo ha llegado a dominar el mundo hasta el momento en que se dispone a conquistar el espacio extraterrestre, constituye la Historia del Hombre.
Durante innumerables siglos tuvo que luchar para sobrevivir para dominar el hambre, el frío, la enfermedades y los ataques de otras especies enemigas. Pero desde los tiempos más remotos en que se unía en una organización tribal, acomodaba una vivienda y construía sus utensilios de barro, sus instrumentos de hueso o sus armas de piedra, comenzó a pensar y a crear, es decir a progresar. La lucha por el poder y el dominio ha sido llevada constantemente a compás de la conquista de la Verdad, la Belleza y el Bien.
La Filosofia y la Ciencia, la organización de la Política, la Moral y la Religión, el Arte… se encuentran ya como tendencias en la sociedades más primitivas, y precisamente este combate de tipo espiritual es lo que ha diferenciado al Hombre de cualquier otra especie que se caracteriza por no tener historia, es decir, evolución, cambio o progreso.
La reconstrucción del pasado ha llegado a una gran perfección. La Ciencia ha puesto en mano de los historiadores medios maravillosos para descifrar escrituras, interpretar restos o datar yacimientos. Innumerables ciencias auxiliares prestan su apoyo a la Historia.
En esta tarea, el historiador se encuentra con fuentes, es decir, materiales para reconstruir Historia, de todas clases. Unos son claros como los documentos, las inscripciones y los relatos, mientras en otros casos, cuando el investigador se enfrenta con restos mudos, piedras, cerámica, armas, monumentos, etc., una sagaz labor detectivesca debe guiar la intuición del estudioso para averiguar cómo, cuándo y de qué forma ocurrió el hecho que se propone historiar. En cualquier caso, el que dedica sus afanes a los estudios históricos sabe que es un ciego servidor de la verdad, a veces tan difícil de discernir del error o de la falsedad.
Pero no se trata solo de reproducir fríamente todo lo que ocurrió. Cicerón decía que la Historia era la gran maestra de la vida. Interpretar el sentido del Pasado es algo sumamente difícil y arriesgado cuando la trayectoria conocida del Hombre sobre la Tierra es aun tan corta. En efecto, antes los millares de siglos que abarca la Prehistoria, un periodo de la vida humana sobre la cual solo es posible conjeturar, ya que no existen documentos escritos, ¿Qué importancia tienen los dos mil años de nuestra Era, o los seis mil que abarca la historia escrita del Hombre? Algunos historiadores han querido encontrar el sentido de este devenir y se han preguntado si los hechos se repiten, tal como cree el vulgo, y de este modo, de acuerdo con Cicerón, sería posible prever el futuro aleccionados por el pasado.
La Filosofía ha expuesto con sobrada variedad de tonos las tendencias fatalistas o deterministas, providencialistas o libres ante el misterio de la conducta humana. Es evidente que, a lo largo de los tiempos, han florecido imperios los cuales, una vez llegados a su mayor esplendor, han experimentado una decadencia, unida a la cúspide del poder, de la riqueza y de la molicie, a continuación de la cual han llegado a desaparecer totalmente; los hititas, los pueblos de la Mesopotamia, los mayas, los aztecas, etc., constituyen algunos ejemplos.
El historiador inglés Toynbee afirma que para cada pueblo existe un ciclo que abarca cuatro frases: génesis, crecimiento, crisis y desintegración. Mas para él un pueblo no está fatalmente obligado a sufrirlas ciegamente, sino que es capaz de reaccionar y superar los estadios más bajos de este proceso.
A partir de Carlos Marx, la interpretación económica de la Historia ha pesado notablemente en el ánimo de muchos historiadores. Las guerras, las invasiones, incluso los movimientos espirituales, tendrían, según este criterio, una causa material. Así, la invasión de los barbaros tuvo su origen en unas sequías espantosas que asolaron el Asia central.
En la actualidad los estudios de Geopolítica, que determina el espacio vital, Geografía policía y Geografía histórica, tienden a enjuiciar los hechos pasados tomando una consideración todos los elementos físicos, humanos y económicos que pudieron determinarlos o condicionarlos. No debe olvidarse nunca el factor hombre. El esplendor de Macedonia o del Imperio Árabe no se pueden concebir sin las figuras de Alejandro y Mahoma, respectivamente.
Se han dado movimientos cuya génesis es de orden puramente espiritual, por lo menos en sus principios, como fueron las Cruzadas o el Humanismo. De otra parte, el hallazgo de nuevos caminos para el trabajo, debidos a la Ciencia, ha producido tantos cambios tanto o más profundos que el alumbramiento de una nueva doctrina. Así, la Revolución Industrial, nacida a raíz de las aplicaciones del vapor, tuvo una importancia tanto o más decisiva que la Revolución Francesa.
Espíritu y Técnica parecen enfrentados en nuestros días. En los últimos sesenta años la Ciencia ha ofrecido tantos y tan extraordinarios descubrimientos, de la Técnica ha trastornado la vida del hombre. Vivimos una fase histórica en la que el Espíritu parece batirse en retirada, o por lo menos realizada denodados esfuerzos para no dejarse avasallar por un alud de maquinaria.
Las fases de crisis, y a nosotros nos corresponde vivir una, son connaturales a todo estadio de crecimiento. El historiador no se pregunta nunca que sucederá en el futuro, o si la Humanidad está en trance de perecer. El conocimiento del camino recorrido por el Hombre sirve maravillosamente para reafirmar el optimismo hacia el porvenir.